30 mayo 2007

G-dar


Ayer estaba hablando con una persona que conocí en el verano. Se trata de un muchacho joven, viajero, fotógrafo de corazón (biólogo de profesión) que se acercó a Bacalao y a mí para retratarnos en Cusco, mientras caminábamos una mañana.

Hasta ahora, nada interesante. Se trataba sólo de un pesonaje divertido que nos pidió un favor. Nosotros no pedimos nada a cambio... aunque, ahora que lo pienso, yo todavía estoy esperando la foto. Pero ése no es el tema. No quiero hablar sobre la amabilidad de los extranjeros o de su -como yo la llamo- "solidaridad turística". Eso sería bastante común de encontrar en cualquier viaje donde el destino sea algo tan majestuoso como MachuPicchu.

El asunto es otro; es cómo a veces somos capaces de reconocer ciertos códigos compartidos, que trascienden la idiosincrasia, las razas y las nacionalidades. ¿Qué nos lleva a descubrirlos? ¿Se trata de una condición innata que sólo reconocemos los que pertenecemos a ella? ¿Tenemos genes mutados o especialmente adaptados? Se trata de una suerte de reconocimiento implícito, que no siempre se hace patente... pero está allí. Siempre.

Ayer, entre broma y broma (y no sin un poco de vergüenza -"pena"-), me "confesó" que era homosexual. ¿Y?

Yo desde que lo vi, en lo alto de la ciudad de Cusco, supuse -primero, en tono jocoso- que era gay. Y no es que anduviera con una bandera multicolor en la espalda (que, por lo demás, es el estandarte de la propia ciudad) ni que sus modales fueran afeminados. Podría pensarse que esas características son señales inequívocas de su preferencia sexual... pero no. Era un chico muy viril, de apariencia poco ostentosa. Común.

Pero a mí "me sonó el radar". Así de simple. Creo haberlo comentado, aunque no estoy del todo seguro. Por supuesto que no se lo hice saber a él, porque no me interesa hurgar en la vida privada de personas que no conozco. La verdad, no me interesa (porque, incluso, podría prestarse para malos entendidos con mi propia pareja). Sólo me quedé con la sensación de haber puesto en marcha una "habilidad" que muchos compartimos (¡claro!).

Escribo todo esto, simplemente, porque me parece tan increíble que con sólo una parte de la historia (con la que es invisible a los ojos) podamos armar el resto de un cuadro que para la mayoría permanece siempre en el fondo del clóset o en el anonimato... No es sólo la ropa o los gestos, como se piensa. Es el modo de mirar... Es la actitud complaciente... es la piel... la química... No hay duda: es, simplemente, ESENCIA.

Rodrigo
(Foto: LatinStock)