06 septiembre 2007

Infidelidad

Siempre surgen situaciones que, por aquello que llaman "asociación libre", me hacen pensar en ciertos temas. Hoy leí algo y pensé en la infidelidad, pero no en el sentido amplio de la palabra. No me voy a referir a las traiciones que se dan -por ejemplo- en la politica (anoche vi cómo -casi- lloraba Pablo Longueira), sino que a las relacionadas con las relaciones amorosas.

¿Qué es ser infiel? ¿Pensar en otro? ¿Enamorarse de otro? ¿Acceder físicamente a otro (sin sentimiento)? ¿Escribirle una carta a otro? Por más que lo pienso, no logro encontrar una respuesta certera para esas preguntas. Siempre pensé que la primera persona a quien se le debe ser fiel es a uno mismo... pero las relaciones son de a dos, así que eso me limitaría mucho para relacionarme con las personas.

Independientemente de mi situación ´marital´ actual, pienso así: un beso es infidelidad, pero un acercamiento sexual no. Quizás es porque, como las putas, considero que lo sagrado no es lo que se dá sólo por placer (cuerpo), sino aquello que denota una emoción mucho más profunda. Un ósculo, por ejemplo. Muchos han criticado mi postura y han dicho que es sólo una excusa barata para poder acostarme con más personas y no sentirme mal por mi desvergüenza. Yo, sin embargo, lo reafirmo cada vez que alguien me pregunta.

Yo he sido infiel, aunque no siempre lo haya reconocido. En alguas oportunidades me dejé llevar por el impulso y en otras fue una acción completamente consciente. Y a pesar de que puedo hacer esa distinción, no soy capaz de definir qué es lo que llamo infidelidad. ¿Será esa culpa que sentimos cuando sabemos que hay algo que ´no deberíamos hacer´? Si no hay sentimiento de culpa, ¿significa que la infidelidad es menor o está justificada? Por lo menos, eso es lo que me ha pasado a mí.

Pero ¿en algún caso están justificadas las infidelidades? ¿Qué pasa cuando una pareja tiene problemas y opta por el amor o el sexo con otroa? ¿Qué ocurre con aquellos que no se atreven a poner fin a una relación y prefieren seguir viviendo en un mundo ficticio o maquillado para no hacer daño o sufrir? Lo lógico sería que, en caso de que ´algo´ no esté funcionando, se conversen las cosas, para buscar soluciones. ¿Y si no las hay? ¿No es mejor terminar todo y tener contactos ´con todas la de la ley´ (soltero con soltero)?

¿Hay alguien que no sea infiel o no lo haya sido alguna vez? Creo que no. Todos en algún momento de nuestra vida hemos caído frente a la tentación de hacer algo prohibido, aunque no necesariamente estemos inspirados por el placer en sí, sino que por la adrenalina que produce. La curiosidad es un acto (un derecho y un deber) humano y no podemos ignorarla. Si sentimos el llamado de las hormonas y del corazón, ¿hasta qué punto hacerle caso?

¿Cuál es el ´remedio´ contra la infidelidad? ¿El amor? Personalmente, pienso que sí. Sólo cuando existe la real convicción de que no necesitamos porbar más (porque lo hemos probado antes), podemos estar seguros de que hay menos posibilidades de ser infiel. En las relaciones de pareja, un buen antídoto podría ser -también- llevar una vida que rompa con la monotonía. Supongo que nos acostumbramos a cierto ritmo y, de vez en cuando, nos sentimos propensos a querer quebrarla.

La infidelidad es un tema del que debería hablarse más en las parejas. No en un afán de buscar culpables o quemar en la hoguers a quienes nos han deshonrado en el amor que decían sentir. No. Se trata de un ejercicio muy útil para ´tantear el terreno´ y así saber cómo actuar frente a las distintas experiencias que la vida vaya poniendo. No quiero decir con esto que en las relaciones vaya a existir, necesariamente, un quiebre por culpa de una traición de este tipo. Sólo digo que es bueno hablarlo. Porque está claro que mientras más se escondan las cosas, más tentados a experimentarlas nos sentimos.

Yo no condeno la infideliad por sí misma. Cada quién sabe por qué lo hace y en qué momento. Lo que sí me molesta (y esto obedece a lo poco tolerante que suelo ser a veces) son los discursos inconsecuentes; aquellas personas que predican una vida de castidad y pureza absoluta, condenando con las penas del infierno a quienes ´han caido en tentación´... pero que en más de una ocasión han tenido sus deslices... Si hay un tejado de vidrio que puede destruirnos buena parte del cuerpo, lo mejor en estos casos es quedarse bien callados.

Rodrigo
(foto: LatinStock)

03 septiembre 2007

Mis amigos

Mis amigos son mucho más que personas con quien puedo escribirme 100 mails en menos de un día. Por muy anecdótico que parezca ese dato, no es lo que más valoro de ellos.

Pero ¿quiénes son realmente mis amigos? Porque todo el mundo siempre se refiere con palabras bonitas (o ´de cortesía´) a las personas que nos simpatizan, que nos caen bien o nos gustan por algo especial. Y de ese gran conjunto, a la hora del recuento final siempre nos damos cuenta de que la amistad a veces se prostituye en pos del contacto rápido o de la lucha de egos en páginas de diaria retroalimentación. ¿Cuántas veces, por ejemplo, no hemos leído "Hola amigo... pasaba por acá y te dejé un saludo..."?

Mis amigos son pocos. Son aquéllos que, de una u otra manera, han ido creciendo conmigos, superando etapas. Son quienes me han visto reír, llorar, caerme y levantarme. Mis amigos son todos aquellos con quien puedo confiar. Todos aquellos que, a la vez, se interesan por las cosas que me pasan. Mis amigos me tienen confianza. Me cunentan sus cosas y esperan con interés saber lo que pienso al respecto. Son todos aquellos que "se la juegan" cuando los necesito. Todos aquellos que están ahí cuando los llamo. Mis amigos me conocen: saben qué me gusta y lo que no. Conocen mi pasado, respetan mi presente y anhelan un buen futuro. Mis amigos son más que simples aliados: son cómplices, hermanos... mi familia elegida.


El pasado fin de semana viajé a La Serena, junto a dos inseparables amigas: Andreíta y Lobos. Nunca habíamos tenido la oportunidad de hacer este tipo de cosas. ¿El motivo de tal travesía?: el cumpleaños de Loreto, amiga entrañable de la U, que por diversos motivos se fue a trabajar a esos lares. Ella nos invitó a su fiesta y nosotros accedimos gustosos. No era por el glamour del evento ni tampoco por conocer a las más de 100 personas que allí se congregaron. No lo hicimos para lucirnos ni para quedar bien con ella. No. Cada uno de nosotros sintió muy dentro de sí un llamado especial que decía "acompaña a la Toto en este momento". Así fue como tomamos nuestros bártulos y emprendimos rumbo a la tierra de las papayas.

Llegamos como una delegación (en representación de todos los que sintieron como nosotros, pero por diversos motivos no pudieron acompañarno). Sentimos inmediatamente el calor y el agradecimiento de nuestra amiga. Una sonrisa, una palabra de felicidad, un abrazo... todo sirvió para demostrar que los lazos estrán siempre; no importa el tiempo y la distancia: lo que se ha formado entre nosotros, los verdaderos amigos, se mantendrá firme. Yo sentí eso apenas pude ver a la Loreto, quien, entre tantas cosas que debía organizar, se dio el tiempo para compartir con nosotros.


Fue una instancia especial. Me sentí bien, aliviado y feliz (a pesar de que echaba de menos a mi novio). En un escenario distinto (otra ciudad, otras gentes...) estábamos 3 personajes viñamarinos haciendo feliz a una de nuestras amigas. Y eso se sintió. Me gustó que fuéramos capaces de aperrar y decirnos cuánto nos queremos y nos apoyamos mutuamente. Me gustó sentir que el cansancio del viaje había valido la pena sólo para decir un "feliz cumpleaños" personalmente. Me gustó sentir la confianza, las risas... todo.

Fue una bonita experiencia que me llenó de energías. La sensación que tuve fue en extremo placentera y me dio el impulso para sentirme satisfecho por las elecciones que he hecho en mi vida. No es que no lo haya reconocido antes, pero ¡hay que ver que tengo buenos amigos! Y ojo, que esto que escribo ahora es sólo un caso particular. En esta opiortunidad, fueron Andrea, Carola y Toto las que me inspiraron... pero agradezco a la vida la posibilidad de contar con un par de personas más que, leyendo esto, van a poder sentirse parte de lo que describo. Para ellos, un abrazo grande, lleno del más inmenso amor que tengo para ustedes.

Rodrigo