19 octubre 2007

Elevemos el nivel: ¡Basta de Pamela Díaz y cía.!

En más de una ocasión he pensado "quiero escribir sobre esto". Los carabineros supuestamente dados de baja por homosexuales, la visita de la presidenta Bachelet a El Vaticano, la euforia colectiva que provoca un triunfo de la selección chilena de fútbol, etc. Y a pesar de mis ganas y mi intento por no olvidar aquellos temas que no anoto, no he podido expresar mi opinión a través de este sitio. No es que exista autocensura ni mucho menos; es, simplemente, que no he tenido tiempo ni ganas suficiente para sentarme tranquilo frente al computador...

Así como en el ámbito de la música me considero un personaje ecléctico, también lo soy a la hora de seleccionar los temas sobre los que opino. Me gusta mucho reflexionar sobre política, deportes, ciencia, moda, cine, sociedad, medicina, televisión... Sin embargo, debo reconocer que hay algunos hechos que me motivan mucho más que otro. Es una suerte de alergia que me provocan algunas cosas, cuyo picor sólo se alivia cuando me ´descargo´ a través de este medio. Eso fue -precisamente- lo que me ha pasado al ser testigo de la (mala) clase de televisión de la cual Chile es testigo en el último tiempo.



Acepto que me acusen de reiterativo en mis opiniones. Si mal no recuerdo, he escrito antes sobre el malestar que me provocan ciertas modelos-opinólogas y otro tipo de circunstancias televisivas... Pero los últimos ´round´ que me ha tocado presenciar en programas de farándula son vomitivos. ¡Qué bajo hemos llegado como sociedad! Tanto así, que casi nadie pareciera verse sorprendido -ni mucho menos molesto- al ver que dos mujeres sin profesión ni talento (Pamela Díaz y Daniela Campos) son capaces de lanzarse dardos remojados con eel veneno más barato: el veneno de la vulgaridad, de la simpleza y de la insensatez. Las personas que lo ven se ríen; los canales comentan; los diarios se aseguran portadas... ¿Y qué pasa con nosotros, aquéllos que nos avergonzamos de hechos como estos, que queremos ´patalear´, pero nada podemos hacer?


Encuentro una obscenidad que se le dé tanta pantalla a la señora Díaz. En algún momento se valoró que tuviera las agallas para decir lo que pensaba, y esta muchacha (que ni siquiera lo es tanto, como para poder justificar sus pueriles arrebatos) se cretó el cuento: comenzó a cobrar exorbitantes cifras por su ´trabajo´ y sacó a relucir lo más chabacano de su esencia: la vulgaridad en su máxima expresión. ¿Cómo eso puede darle ráting a un programa?, me pregunté (y aún no lo sigo haciendo). ¿A qué punto llega la estupidez de quienes la señalan como ´mujer de armas tomar´? Ella es, sencillamente, una mujer hedonista y disconforme con su cuerpo cuyo único talento (que no es menor) es ganar dinero a costa de los escándalos del peor nivel.
Antes hubiera escrito que ésta no era una crítica personalizada, pero esta vez quiero ponerle nombre y apellido. ¡Estoy tan avergonzado de que se le siga dandto trribuna ("ventana", "espacio") a esta señora...! Qué poco nos queremos los chilenos que seguimos aguantando que ella ocupe nuestro valioso tiempo con pachotadas de tan bajo estilo, gusto y sobriedad. La discusión que tuvo en pantalla -en vivo- con la ´modelo´ Daniella Campos fue digna del peor de los conventillos con viejas alcahuetas, sin educación ni respeto por la dignidad propia. Sus palabras, expresiones, ´argumentos´ y estrategias de ataque son de una bajeza indescriptible.

Me parece muy bien que se cancelen sus contratos, que le pidan que se retracte y que no se le abran nuevos espacios. Estoy harto de seguir viendo que se le dan oportunidades a gente de un nivel semejante. Las personas que hacen y ven televisión deben entender que existe un mínimo de calidad que debería exigirse en todo lo que se hace, sobre todo cuando es tan bien remunerado económicamente. No nos hace falta contar con este tipo de personajes para validar la libertad de expresión; porque acá no se trata de un problema de lo que dice esta señora, sino que de algo mucho más grave (por lo menos, desde mi punto de vista profesional, que solidariza con el gremio): su presencia, ruin, está desplazando los verdaderos aportes.

Ahora que me he descargado (probablemente, nadie esté de acuerdo conmigo), seguiré -en una próxima actualización- haciendo mi molestar contra estos ´personajes´ televisivos que tanto me molestan o decepcionan. La siguiente en la lista es, sin duda alguna, la señora Pamela Jiles, otrora respetable periodista y hoy convertida en un payaso deslavado y ambiguo que sólo se llena los bolsillos a costa de la vida personal de los famosillos y de trabajos simplistas.

Rodrigo