30 julio 2008

María Música: show mediático v/s falta de educación cívica


Es cierto: se trata de una niña de 14 años que, aunque muchos se esmeren en contrariarlo, no es madura. Siendo así, no se da cuenta de los alcances de sus actos, declaraciones y aires de heroína juvenil. Sus acciones responden a un arrebato hormonal más que a la férrea convicción de querer cambiar el mundo.Decisiones tan erráticas y desafortunadas como lanzarle agua en la cara a una ministra de Estado no es más que la prueba de su falta de desarrollo cívico.

Tal como ocurre con todas aquellas ´estrellas´ que tienen quince minutos de fama, la prensa se ha encargado de enaltecer la imagen de una escolar como cualquier otra, persiguiéndola, acosándola, increpándola para que responda las acusaciones. Quizás, la pobre púber se siente alentada por el revuelo que causa y sigue siendo parte de esta comedia que se ha erigido en torno a su curioso pero original nombre.

Siento que le hacen un mal si la ven sólo como un “objeto” de la noticia. Mejor sería preocuparse de que se instruya en el exqusito arte de la razón, de la defensa argumentada, del autocontrol que hace grande a los grandes. Porque si se tratara de hacer ´lo primero que se nos viene a la cabeza´ en un momento de ofuscasión, el mundo estaría regido por el caos. Que no se emborrache por el efímero licor de la fama fácil y gratuita y que se preocupe de forjar un futuro basado en el esfuerzo y el talento que puede llegar a descubrir a medida que vaya creciendo.

Cuelesquiera hayan sido sus demandas, me parece insólita su tenaz resistencia a reconocer que ´el jarrazo´ (como se ha mencionado con tanta pompa en los medios de prensa) no fue un acto del cual debiese sentirsa orgullosa. Convencida, sí. Pero ¿orgullosa? Evidentemente, hay algunos valores que se trastocan y se esconden bajo la etiqueta de “líder revolucionario”, lo cual pareciera ligar irremediablemente la lucha justa con la falta de respeto y el atropello.

No es mi intención defender ni a la ministra ni tampoco atacar a la adolescente. Quisiera hacer hincapié en la fatla de espíritu cívico que comienza en el seno del propio hogar. Porque me parece irrisorio que la madre de María Música hinche sus pulmones de satisfacción al defender lo que su hija hizo. Esa actitud confrontacional, obcecada y aguerrida no hace más que acentuar la falta de cultura ciudadana existente en el país. Y eso no es sólo un problema de la educación formal, sino que también de las familias que prefieren hacer de esto un espectáculo mediático redituable, antes que una necesaria lección de vida e invitación a reflexionar sobre cómo estamos haciendo las cosas al interior del hogar.

No se trata de castigos medievales -como sugieren algunos que, paradógicamente, acusan de absolutistas a los que defienden el derecho al respeto en contra de la joven-. Se trata de ver los hechos con altura de midas y no permitir que se fomente (sí, fomente) la falta de sentido común y el atropello a la razón. Si se le da tanta ínfula y se hace de María Música una mártir por su acto, se estará dando una venia soslayada para que cada uno se deje llevar por los impulsos, tal como si no tuviéramos otras alternativas de acción.

Expulsarla del colegio donde estudia no es la solución, aunque quizás sí le sirva para darse cuenta que hay que hacerse responsable de las consecuencias que tienen los actos. Si quiere estar realmente preparada para la vida y la actitud desafiante, debe saber cómo enfrentar las situaciones. Por algo están hechas las leyes y las convenciones sociales: “Haces algo, pagas”. Quizás, a la pequeña Música le sirva saber que no podrá seguir estudiando por este año, pero que podrá retomar el próximo. Y así, cuando todas sus actuales compañeritas celebren con hermosos vestidos su titulación de la Enseñanza Media, ella deberá esperar por el necesario diploma.

(Rodrigo)

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