27 marzo 2007

"El tigre y la nieve"




No soy un fiel seguidor de Benigni, pero he visto varias veces la película que lo hizo merecedor al Oscar por la mejor película extranjera ("La vida es bella"). Tampoco soy un cinéfilo empedernido ni mucho menos un eximio comentarista de espactáculos. Simplemente, me gusta ir al cine -si es en buena compañía, mucho mejor- y, despu´s, hacer comentarios... Eso es lo que haré en esta oportunidad.
El viernes en la noche fui a ver "Locura de amor" (cuya traducción elimina por completo el concepto abstracto del título original - "El tigre y la nieve"- y lo reduce a algo demasiado obvio), sin mayor antecedente que el nombre del director: Benigni.
Evidentemente, es una película de amor, aunque con ciertos componentes que abarcan desde el drama a la comedia. Muy "a lo Benigni". Esa característica que podría ser perfectamente halagable, me parece que entorpece la esencia de la película, porque no permite desligarla de "La vida es bella". Todo huele a fórmulas que en su momento fueron exitosas:
1) Histrionismo del protagonista: Es cierto. Benigni es un tipo que saca más de una risotada. Es un perfecto arlequín de los tiempos modernos. Personalmente, lo prefiero mil veces ante Jim Carry. Por lo menos, el italiano lo hace con sutileza, no sólo con expresiones divertidas o ridículas, sino que también con texto complemetario e inteligente.
Veo a un papá medio loco, que inveta historias; a un profesor que sobreactúa las clases. Veo a un enamorado que le habla a una persona inconsciente cual si la pudiera escuchar... Y no dejo de pensar en las escenas donde se apreciaba a un angustiado y condenado papá que trataba de evitar que su hijo se diera cuenta de la realidad. ¿Cómo olvidar la traducción que hizo cuando un soldado alemán dio las primeras instrucciones en Auschwitz? ("el que acumule más puntos ganará un tanque..."). La constante intención de Benigni por brindar al espectador una perspectiva diferente de lo que realmente ocurre me resulta cansadora. Porque, por lo demás, me cuesta pensar que en la vida haya gente que se comporte de ese modo, en esas circunstancias.
2) Contexto bélico: Ambos filmes se desarrollan en un escenario bélico. Ya sea en la Segunda Guerra Mundial o en la Guerra de Iraq (me gusta escribirlo con "q"), se extrapolan las historias mínimas, de humanos de carne y hueso que luchan por sobrevivir en un lugar (y en un tiempo) donde todo está devastado. Demasiadas similitudes, a mi gusto. Una historia de amor no necesariamente necesita contraponerse al resplandor de bombas que explotan sobre el cielo de la ciudad del Medio Oriente (o, en su defecto, de los focos que vigilan un campo de concentración en Austria o Alemania). Es cierto que les da un valor agregado y hace pensar "¡Vaya, pudieron sobrevivir frente a tanta adversidad... y al final triunfó el amor!"... pero, de algún modo, desvía la atención a otros temas sociales que no se resuelven con sólo con una película.
3) Formas: No sólo el fondo tiene parecidos, sino que también la estética. La forma. De partida, los protagonistas son los mismos que aparecen en "La vida es bella". Ella (Nicoleta Braschi) es la mujer que se escurre, que se arranca de las garras de un loco que hace lo que sea para estar juntos. Abundan los recursos humorísticos al borde del absurdo, como la insistente idea de Benigni de mostrarse en calzoncillos (contrayendo matrimonio en "Locura..." o simulando ser un director de escuela en "La vida..."). Si antes él andaba en bicicleta y chocaba a todo el mundo, ahora lo hace en auto... con una particular historia-característica que se mantiene hasta el final.
No obstante lo anterior, es una película que mantiene cierto ritmo (insisto, avivado por las luces sobre Bagdad). No es mala ni mucho menos aburrida. Aquellas personas que aman las historias de amor donde la adversidad es superada a costa de sacrificios realmente extremos, se darán un festín. Aquéllos que aman los simbolismos, los actos poéticos, las "coincidencias de la vida"... podrán apreciar una obra maestra...
Los que, como yo, siempre estamos más pendientes de la realidad-real, es sólo una bonita experiencia de fin de semana.


Rodrigo.


PD: A propósito de las fotos de hoy: ¡para ver que hasta los afiches se parecen! Personalmente, prefiero el que está escrito en letras extrañas. Tiene más que ver con la idea central de la palícula.

2 comentarios:

bacalao dijo...

es una pelicula para ver cuando no hay muchas cosas q hacer y se busca un rato agradable, pero a veces me cansa la hiperactividad del protagonismo y aveces su histrionismo me suena mas a imbecilidad que a otr cosa.

entretenida, pero es como ver una pelicula dos veces. solo la compañia hizo q fuera la mejor. (y los choko crispy, dice liberty)


espero q este mejor. hace frio. hay q traajar. tengo puestos los calcetines y escucho joss stone, ¿funcionó?.
ñaca ñaca

see ya´

the cold fish

Anónimo dijo...

Hola, desde mi camita te escribo.
Insisto en alagar tu forma de escribir y estoy completamente de acuerdo contigo, no he visto la película, pero la primera vez que vi el afiche junto al nombre de Benigni me confundí ene.
Hau q verla. Lo otro, me carga que le cambien los títulos a las películas, como si fueramos idiotas para no entender los significados que provienen de los juegos de palabras o como si fueramos incapaces de obtener la explicación del contexto, es como Perdidos en Tokio, ¡¡¡Qué nombre más feo!!!

Besotes amigo, tqm.