25 abril 2007

¿Por qué esos nombres?

Siempre me ha dado risa la caricaturización de personas o situaciones. Mi recurrente humor negro hace que me divierta con parodias de todo tipo (especialmente aquéllas en las que se remarcan -al punto del absurdo- las características más reconocibles de la sociedad).

Me considero un tipo que trata de luchar contra los prejuicios, pero debo reconocer que no siempre resulto vencedor en este sentido. Trato, además, de no parecer clasista, pero me entretiene mucho encasillar el ´modo de vida` de personas que tienen más o menos poder adquisitivo (éste es mi eufemismo para referirme a los cuicos y a los flaites, por ejemplo).

En el fondo, estoy en total oposición a la mala distribuicón de los ingresos, la falta de oportunidades y la estigmatización. No es que con esto me mofe de la difícil situación por la que debe atravesar quienes no fueron tocados por la varita de la fortuna. Por lo mismo, siempre abogaré por un avance socioeconómico y cultural en este sentido...

Pero me río igual. Quziás, las estridentes carcajadas lleven consigo un cuestionamiento permanente y una crítica implícita: ¿por qué son tan marcadas estas tendencias? ¿Se trata de un asunto que se lleva en los genes? ¿O es simplemente imitación del comportamiento en sociedad?

Toda esta reflexión surge de una situación muy sencilla, pero -a mi parecer- muy cómica. Un amigo me contó la etimología del nombre de una pequeña niña. No sé si la historia es exacta (porque estas cosas suelen ser adornadas conforme el traspaso de boca en boca), pero no deja de sorprenderme.

Un matrimonio bastante pobre tuvo una hija a la que llamaron Iloveny (i-l-o-v-e-n-y). Nombre curioso y bastante original", pensé. La persona que preguntó por qué le habían puesto así -según me enteré- es alguien bastante seria, aunque no pudo evitar el tono jocoso al momento de contar la razón de ese bautizo: los padres un día fueron a Patronato y quedaron encantados con una polera de cachemira y algodón que tenía un estampado con brillos. "I Love N.Y.", decía... ¡Iloveny!

¿Por qué en nuestra sociedad hay gente humilde que pone nombres tan extraños a los niños? Porque ésa, querámoslo o no, es una costumbre que no se da en todos los estratos. En las poblaciones, abundan los Bryan, Scarlett, Christopher, Michael, Estephany...

¿Por qué?...

¿Por simple curiosidad? ¿Admiración por la fonética extranjera o por las culturas más allá de la cordillera? ¿Es ignorancia? ¿O es, simplemente, esa característica que nos distingue a unos con otros?

Quizás, la respuesta está sólo en mi tradicionalismo para ciertas cosas... Lo único cierto es que cuando tenga un hijo -si es que-, le pondré un nombre más común. Hasta ahora, opto por Gabriel o Catalina. Nada de Iloveny por el momento...

Rodrigo

8 comentarios:

EzLoKhAi dijo...

Si te ries.. es sólo que te da risa...
En cunato a los nombres.. nunca olvidare cunado estaba trabajando para un techo para Chile y en medio del trifulco y polvo resuena una voz (algo chillona lo ausmo) que grita :
- Rápido "Fransue" apúrate!!!

Y aparece esa figura a "pata pela" coriendo entre los materiales de construcciónº_*

Saludos!!
Zlkhai.

bacalao dijo...

ni gabriel, ni catalina.
solo nombres buenos, reales, hermosos como:

ilovevalpo

bsas

o por q no

lamadrepatria


o por ultimo

libertyberto alberto

(como q si llegara a tene r un hijo?)

si lo lee se va a querer puro matarse


jijijij abrazoz infitinos

bacalao

bacalao dijo...

infitinos = infinitos

jaja la lesdixia me soncume

Don Arturo de Quilpue dijo...

Bueno... no todos tienen la suerte de llevar un nombre tan noble como el mío: Arturo.

De este lado de la cordillera se pueden encontrar casos similares. En las regiones más pobres abundan los Brian Pérez (incluso sin tilde), los Jonathan García (incluso Yonatán), las Elizabeth Rodríguez son casi un clásico o los Maikel Medina.

Pero ¿qué nos molesta, no? Los pobres tienen tantas carencias que tener un nombre ridículamente combinado con un apellido es al menos una indignidad que han podido elegir.

Anónimo dijo...

Acoto a lo que ya expusiera mi amigo Don Arturo.

¿Te acordás de esa niña que vivía en Quilpué? No recuerdo bien en qué población. Creo que era cerca del autódromo. La pobrecita se llamaba FREDESBINDA!!!!! y tenía solo 12 años. Obviamente los padres le arruinaron la vida, ja ja ja ja.
Yo opino que hay hijos que no han sido concebidos con amor y los progenitores se desquitan con estas cosas como el nombre, ja ja ja ja.

Besotes desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires.

Anónimo dijo...

En realidad pasé para corroborar lo que pusiste en el blog de Manuel (eso de que el rating del tuyo era igual a cero) y veo que no es tan así, niño.
¿Has visto cuántos comentarios recaudan mis escritos?
Ojalá yo tuviera cinco comentarios!!!!!!!

Lore dijo...

Tu historia me saco una sonrisa y a la vez cierta extrañeza...

En realidad nunca se me habria ocurrido poner un nombre asi a una niña...

Concuerdo contigo en los nombres tradicionales...

Pienso que cada nombre te marca de por vida... Bueno, mi hija se llama Camila Esperanza

Blogger dijo...

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